REFLEXIÓN BÍBLICA
Rom 14,17-20
Después de todo, el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres. Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No arruines la obra de Dios por un alimento. En realidad, todo es puro, pero se hace malo para el que come provocando escándalo.
San Pablo en este texto está hablando de los alimentos que los judíos consideran puros o impuros y es causa de conflictos y divisiones en la comunidad ya que sus integrantes provienen del pueblo romano y otros del pueblo judío. Tradiciones y culturas diferentes chocan y Pablo pone la mirada en lo que es superador de las diferencias y muchísimo más importante: el Reino de Dios es justicia, paz y alegría
en el Espíritu Santo. En las tierras ricas de humus, agua, minerales, se dan muchos choques de culturas, intereses de unos muy pocos sobre los de pueblos y etnias. Quienes buscan sólo comer escandalizando a los hombres y mujeres de la tierra no deberían gozar de la aprobación social, pero el poderío mediático que tienen convence, tuerce las miradas y conciencias. Sólo podemos superar el conflicto peregrinando con los pies descalzos en esas tierras conociendo su gente, compartiendo el pan, su espiritualidad, su forma de vida, sus sueños y capacidad que todos son edificados, crecen armónicamente en comunión con toda la creación. No arruinemos la obra de Dios por una moneda más porque la moneda se gastará y
la obra de Dios no se restaurará. Vivamos juntos en paz y tremendamente felices reconociéndonos que somos uno con la tierra.
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